Dapta nació porque en mi empresa anterior usábamos inteligencia artificial para acelerar tareas internas. Cosas simples: generar endpoints, documentar APIs, escribir código base. Lo hacíamos para nosotros, para ser más rápidos en los proyectos.
Pero un día, mirando el proceso, se me cruzó por la cabeza: esto podría servirle a cualquiera.
Lo abrimos al público, le pusimos una interfaz, un precio y lo lanzamos pensando en developers. Teníamos comunidad, contactos, experiencia. Sonaba fácil. Pero no lo fue.
Los developers lo probaban, lo compartían, lo elogiaban… pero nadie pagaba. Teníamos atención, pero no negocio.
A partir de ahí, esto que sigue es lo que aprendí sobre hacer go-to-market:
1. Encontrar un caso de uso real
El primer error fue construir desde la tecnología, no desde el problema. Nadie se levantaba a la mañana pensando “necesito generar una API más rápido”. Había curiosidad, no necesidad.
Después de ese golpe, empezamos a pensar al revés. En lugar de mostrar lo que hacía el producto, empezamos a pensar en qué resultados generaba. Dejamos de hablar de features y pasamos a hablar de casos de uso concretos.
El primero fue simple: “crea tu blog con AI”. Eso sí funcionó. La gente entendía al instante qué hacía Dapta. Entraban, lo probaban, y sin hablar con nadie ya estaban generando contenido. Fue nuestra primera validación del autoservicio.
Pero también fue una falsa victoria. Los usuarios llegaban, probaban… y se iban. El churn era altísimo. Hacer blogs era interesante, no urgente. Era algo para jugar un rato, no para depender de eso todos los días.
Empezamos a probar de todo: generación de contenido, automatización de reportes, atención al cliente. Nada duraba mucho.
Hasta que apareció un caso que sí dolía: los e-commerce que necesitaban atender leads o clientes con chatbots. Ahí había valor real. Si no respondían rápido, perdían ventas. Y cuando un producto toca el revenue, se nota enseguida.
Ahí nació el primer caso de uso real de Dapta.
2. Cómo escalamos sin vender
Con el caso de uso funcionando, había que hacerlo crecer. Pero yo no quería depender de un equipo comercial. Quería que el producto se vendiera solo. Así que puse el foco en el contenido.
Empezamos a subir videos, retos, tutoriales.
Uno de los más virales decía: “te doy 100 dólares si haces un bot de AI que llame a mis leads en 10 minutos”. La gente lo replicó, y varios de esos videos se hicieron virales. Algunos tuvieron millones de vistas.
Cada video traía una ola de usuarios nuevos. Usábamos ManyChat para automatizar el funnel: si alguien comentaba “IA”, le llegaba el link para probar Dapta. Todo era orgánico. Sin pauta, sin vendedores. El producto se explicaba solo, y eso fue oro.
Ahí entendí algo importante: cuando un producto genera resultados rápido, la gente lo comparte sin que se lo pidas.
3. Enfocarse en quién realmente tiene el problema
Con el caso de uso validado, el siguiente paso fue entender a quién le dolía más. No era un ejercicio de segmentación en Notion. Fue pura calle, hablar con usuarios, escuchar problemas.
El patrón se repitió enseguida: empresas con muchos leads, procesos repetibles y equipos no técnicos. Agencias, ecommerce, servicios profesionales. Todos tenían el mismo dolor: generaban leads, pero no los seguían. Había plata en la mesa.
Ahí ajustamos precios. Subimos de 20 a 99 dólares y pasamos a un modelo por consumo. Perdimos curiosos, ganamos clientes reales.
4. El cuello de botella: atender leads, no traerlos
El crecimiento fue tan fuerte que nos desbordó. Miles de leads nuevos, y un solo humano en ventas. Era un caos. Lo gracioso es que habíamos creado una herramienta para automatizar procesos… y nuestro propio proceso estaba roto.
Decidimos usar nuestra tecnología para resolverlo. Creamos agentes de voz con AI que llamaban a los leads.
Al principio lo aplicamos a outbound, y fue un fracaso total. Nadie entendía quién llamaba ni por qué. Pero cuando lo usamos en inbound —leads que ya conocían Dapta— todo cambió. Los agentes llamaban, calificaban y pasaban a un humano. El flujo se ordenó y el impacto fue inmediato.
Ese experimento me dejó una de las lecciones más importantes que aprendí en este camino: la tecnología no arregla un embudo roto. Solo amplifica lo que ya funciona.
5. Crecer a través de otros
Hoy Dapta crece gracias a los propios usuarios. Creadores, agencias, freelancers… todos muestran cómo lo usan para vender más o automatizar tareas. No explican el producto, explican los resultados. Y eso genera más confianza que cualquier anuncio.
Ver a otros usar tu producto es la validación más fuerte que existe. Ya no tienes que convencer a nadie: los resultados hablan solos.
Si estás en ese punto en el que tu producto funciona, pero el crecimiento no termina de despegar, no estás solo. Todos pasamos por ahí.
El problema no es la idea ni el producto: es la forma en la que lo llevas al mercado. Entender eso cambia todo.
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